Bandera Nacional
Datos históricos referentes a la Bandera Argentina
por Elias Gasset (1936)
Bandera Nacional
Datos históricos referentes a la Bandera Argentina
El ilustre autor de » La historia de Belgrano», con motivo de la inauguración de las baterías Libertad e Independencia en las barrancas del Rosario de Santa Fe y de la creación de la Bandera Argentina, dice: … «En la tarde del día indicado (27 de febrero) se formó la división en batalla sobre las barrancas del río en presencia del vecindario congregado por orden del Comandante militar”.
«A su frente se extendían las islas floridas del Paraná que limitaban el horizonte; a sus pies se deslizaban las corrientes del inmenso río, sobre cuya superficie se reflejaban las nubes blancas en fondo azul de un cielo de verano; y el sol que se inclinaba al ocaso iluminaba con sus rayos oblicuos aquel paisaje lleno de grandiosa majestad».
En medio de tan bellísimo y poético panorama que con tanto arte y elocuencia describe el General Mitre, surgió esplendorosa la primera bandera argentina, creada por Belgrano el 27 de febrero de 1812.
Enarbolada por primera vez en las flamantes baterías del rosario, la no menos flamante imagen de la patria ; reflejábase airosa sobre las plateadas ondas del caudaloso río, ostentando orgullosamente ante la faz del mundo sus albos y cerúleos colores , cual si fuese un girón del cielo captado por la potente mano de su creador.
En esos momentos de patriótica expansión, recibió Belgrano una nota del Poder Ejecutivo en la que se le nombraba sustituto de Pueyrredón y se le ordenaba que partiera inmediatamente a tomar el mando de las fuerzas acantonadas en Tucumán. Belgrano, al ponerse en marcha, guardó en un cofre su preciosa tela.
Informado más tarde el Gobierno, de la presentación de la nueva bandera a la división del Rosario, remitió otra nota desaprobando su actitud por creerla extemporánea, cuya nota no llegó a su poder.
Belgrano, con motivo de la celebración del segundo aniversario del 25 de Mayo, quiso complementar su obra haciendo bendecir ese día en la Catedral de Jujuy la bandera bicolor, ceremonia que resultó grandiosa llevada a cabo con una solemnidad inusitada.
Al salir Belgrano de la iglesia fue objeto de una ovación indescriptible por un inmenso público delirante de entusiasmo que lo aclamaba, en medio de salvas, aplausos y vivas a la Patria.
Bendecida la bandera y presentada inmediatamente por su creador al ejército, pronunció en su hermosa arenga patriótica las siguientes significativas palabras:
«¡Soldados! Por primera vez veis la bandera nacional en mis manos que ya os distingue de las demás naciones del mundo».
Este acto patriótico, preludio de la declaración de nuestra independencia, fue desaprobado por el Gobierno, en tono de reconvención.
Este oficio inesperado produjo, como es consiguiente, en el espíritu de Belgrano, un efecto desastroso.
«La bandera la he recogido dice en su defensa y la desharé para que no haya ni memoria de ella”.
Cuatro meses después de este emocionante acontecimiento, tuvo lugar la gloriosa y prodigiosa batalla de Tucumán, sobre cuyo notable hecho dice Paul Groussac: «Es algo más que un glorioso hecho de armas: es la toma de posesión del continente sud-americano por la revolución, es el primer día de la égira republicana”.
Belgrano no deshizo, como tuvo la intención de hacerlo, la bandera nacional, la cual, debido a circunstancias especiales, no se inauguró como de derecho le correspondía, en la batalla de Tucumán.
No obstante eso, la vemos figurar en panoramas y cuadros que representan esas batallas; se trata, pues, de un anacronismo que me permito consignar en honor de la verdad histórica.
En momentos que Belgrano se consagraba asiduamente a reorganizar el pequeño ejército vencedor en el Campo de las Carreras, compuesto de 1.800 hombres, recibió muy oportunamente de Buenos Aires un contingente de 1.200 soldados aguerridos, gran cantidad de fusiles nuevos y dinero .
Puesto en pie de guerra el ejército con tan valioso refuerzo y teniendo noticias de que Tristán se hallaba en Salta al frente de un ejército bien disciplinado y dispuesto a invadir a Tucumán por segunda vez, resolvió salirle al encuentro.
Emprendida la marcha en dirección a Salta, al vadear el río Pasaje el 13 de febrero de 1813, enarboló la bandera nacional (como se ve no la había deshecho) y cruzando su espada sobre el asta formando una cruz, fue jurada por segunda vez.
Cada soldado al desfilar besaba esa cruz, que “unía —dice Vicente Fidel López- el símbolo cristiano con el símbolo patrio; la fuerza con la libertad, la emancipación con la victoria”.
Esta improvisada y brillante ceremonia del juramento de la bandera llevada a cabo con gran solemnidad en tan amplio y hermoso escenario y en víspera de una gran batalla, produjo en las tropas un extraordinario entusiasmo, presagio de una gran victoria.
Siete días después -20 de febrero de 1813- tuvo lugar la famosa batalla de Salta.
Derrotado completamente el ejército realista y sin la más mínima esperanza de reponerse, sus jefes, viéndose totalmente perdidos, solicitaron la suspensión del ataque con el objeto de proponer una capitulación bajo juramento y palabra de honor de que jamás empuñarían las armas en contra de la Patria.
El general argentino vencedor, siempre grande y caballeresco, accedió al pedido de los vencidos.
Fue con la victoria obtenida en esta memorable batalla que se inauguró la primera bandera argentina.
Belgrano no quiso aprovecharse del desaliento y desmoralización consiguientes que debería existir en los deprimidos espíritus de los realistas con motivo de los desastres sufridos en Tucumán y Salta (conviene tener presente que los generales Goyeneche y Tristán, la mayor parte de la oficialidad y casi toda la tropa del ejército realista, eran americanos ) .
Siete meses después de librada la batalla de Salta resolvió Belgrano atacar a los realistas en las provincias del Alto Perú.
Librada la primera batalla el primero de octubre de 1813 en Vilcapujio, fue derrotado el ejército patriota, dando fatalmente el mismo resultado la batalla librada en Ayohuma el 14 de noviembre del mismo año.
Pero la ingénita grandeza de alma y fortaleza de espíritu patriótico de que tantas pruebas dio el magnánimo Belgrano, no decayó un solo momento; así es que, después del desastre sufrido en las batallas precitadas, al emprender su heroica retirada, reuniendo a los sobrevivientes que lograron evadirse de la acción aniquiladora de las armas enemigas, entre las palabras de estímulo y aliento con que trató de vigorizar sus espíritus, les dice: “¡Soldados! Hemos perdido la batalla, pero aún flamea en nuestras manos la bandera de la Patria».
De esto se desprende lógicamente que la bandera argentina no cayó en poder del enemigo.
Ahora bien, ¿a dónde fue a parar esa gloriosa bandera?
Me permito recordar que se trata nada menos que de la primera bandera argentina. He aquí un caso muy curioso e interesante relativo a la historia de nuestra insignia.
Existe a dos kilómetros distantes de Ayohuma, departamento de Potosí, el pueblo denominado Macha.
En 1885, el cura párroco de la capilla de dicho pueblo, Dr. Primo Arrieta, dispuso se practicase una limpieza general en la capilla, cuya feliz determinación dio lugar al descubrimiento de dos banderas clavadas en la pared, frente al altar mayor, donde permanecieron ocultas por espacio de 72 años, detrás de un cuadro antiquísimo.
Una de ellas era la bandera argentina, de tres fajas, celeste y blanca; y la otra de dos fajas, roja y azul (probablemente peruana). (N.del E: En la publicación original del libro, Gasset comenta que la otra bandera era roja y azul; tema debatido durante largo tiempo; pero nuevas investigaciones demostraron que la bandera era blanca/celeste/blanca y que la tonalidad rojiza se debía a una contaminación por haber estado en contacto con otras telas)
Labrada el acta correspondiente en la que se da cuenta detallada del modo cómo tuvo lugar el extraordinario hallazgo, fueron trasladadas a la ciudad de Sucre y depositadas en la capilla de Nuestra Señora de Guadalupe.
Al tener noticias el gobierno argentino de tan singular hallazgo, entabló inmediatamente la gestión diplomática ante el gobierno de Bolivia con el objeto de obtener la devolución de dicha bandera, puesto que no se trataba de un trofeo adquirido en acción de guerra.
La gestión fue iniciada por el Ministro plenipotenciario argentino en Bolivia, Dr. Benjamín Figueroa.
Después de las tramitaciones oficiales que duraron cerca de cuatro años, el encargado de negocios de la Argentina en Bolivia, Dr. Alberto Blancas, que fue el que terminó la gestión, en nota de fecha 24 de Mayo de 1896, participa al Ministro de Relaciones Exteriores, que, por conducto del Secretario de la Legación Argentina, Dr. Juan Domínguez, remitía la bandera que fue encontrada en la capilla de Macha.
Esa bandera de tan poético origen, de colores sonrientes, hermosa, viviente y nacional, como nos las describe en su magistral elogio Ruys Barbosa, se halla actualmente depositada en el Museo de Historia Nacional en Buenos Aires desde el año 1896.
Ahora bien, es el caso de preguntar: Existe alguna nación en el mundo que pueda decir, como la argentina: “esta es mi primera bandera?»: Tengo entendido que no, como no existe tampoco ninguna nación que pueda jactarse de ser poseedora de ninguna bandera argentina como trofeo de guerra obtenido en campo de batalla.
En la guerra del Paraguay que duró más de cinco años y en la que se libraron cientos de hechos de armas, no cayó ni una sola bandera argentina en poder del enemigo.
Este artículo, bajo la autoría de Elías Gasset, es la transcripción textual del publicado en el libro Trabajos del Instituto de Estudios Históricos de Tucumán (1936)
¿Querés conocer más sobre la Bandera Nacional?
Bandera «A» o Bandera de «Ayohuma».
Depositada en el MHN desde 1896
Museo Histórico Nacional
CABA, República Argentina
Bandera «B» o Bandera de «Macha
Depositada en el Museo Casa de la Libertad
Museo Casa de la Libertad
Sucre, República de Bolivia