GUÍA NUMISMÁTICA

Si te fascina la historia, y te apasiona poder tener pequeños tesoros en la palma de tu mano y ser parte de la historia, entonces, la numismática es para vos!

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GUÍA NUMISMÁTICA

La Numismática, llamada así por el término griego νόμισμα (nómisma), moneda de curso legal, es la ciencia que se ocupa de las monedas de todos los tiempos y pueblos, consideradas desde un punto de vista histórico y artístico; por extensión, algunos también incluyen en este campo el estudio de las medallas, los billetes y los vales de cambio y monedas de emergencia.

Por otro lado, cabe deducir que la Numismática no es solo, como se ha repetido a menudo, una rama de la arqueología, sino un estudio más amplio, que también se extiende más allá del ámbito arqueológico.

También comprende, al mismo tiempo, teoría y práctica, por lo que algunos la han llamado simplemente «el arte de distinguir monedas ».

Esto no significa que no pueda aprovechar, como ayuda, otros conocimientos diversos; de hecho, el numismático, al poseerlos, ve despejado y mucho más fácil el camino para alcanzar la meta que solo con la práctica podría haber alcanzado lentamente. Las principales ciencias auxiliares de la numismática son, además de la historia y la geografía, la mitología, la arqueología en general, la paleografía y la heráldica.

Por lo tanto, bien se puede afirmar que la numismática es una ciencia auxiliar de la historia; pero la historia también es una ciencia auxiliar de la numismática.

Cualquiera que desconozca estos estudios, pero que desee dedicarse con éxito a cualquier rama de la numismática, pronto se convencerá de la gran importancia de adquirir al menos los principales conocimientos auxiliares que resultan especialmente útiles para facilitar el estudio aunque, con simple práctica se puede llegar, por ejemplo, a conocer materialmente las monedas antiguas sin ser experto en mitología, y las medievales sin saber heráldica.

Adquirir conocimientos auxiliares es cuestión de tiempo disponible; quienes tienen la suerte de disponer de ellos puede profundizar en ellos y adquirir una competencia especial; quienes, por el contrario, no se encuentran en tales condiciones, pueden complementarlos leyendo manuales y consultando obras de referencia. Estos son incluso indispensables para la numismática propiamente dicha, que, repleta de nombres, fechas, es un mar en el que, sin una brújula, a veces incluso el Capitán más experto podría perderse

Las monedas pueden estar hechas de los más diversos metales; además de oro, plata, cobre y bronce, las hay de hierro, plomo, zinc, níquel, platino y diversas aleaciones. Incluso, las más modernas, están compuestas por varios metales unidos entre sí; convirtiéndolas en bimetálicas o, incluso, trimetalicas.

La forma más común de una moneda, es la del disco, pero eso no quita que no haya de otras formas, como pueden ser cuadradas, octogonales, triangulares o de una gran variedad de formas.

En cuando al tamaño, existen infinidad de posibilidades, desde pequeñas monedas que incluso de pierden en la palma de la mano hasta grandes monedas de varios kilos de peso.

La inmensa masa de monedas se puede dividir en dos partes: Numismática Antigua y Numismática Medieval y Moderna. La parte antigua se divide en dos clases o series: la Serie Griega y la Serie Romana. La primera incluye no solo las monedas griegas propiamente dichas, sino también todas las de otros pueblos antiguos fuera de Roma. También incluye las monedas imperiales griegas y las coloniales, aunque ambas fueron emitidas bajo el dominio romano.

La segunda serie incluye las monedas romanas propiamente dichas, divididas en monedas republicanas e imperiales. A estas últimas les siguen generalmente las monedas bizantinas, aunque su uso se extiende parcialmente hasta la Edad Media.

Esta división de la numismática antigua en dos grandes clases bien definidas presenta muchas ventajas, pero, por otro lado, presenta el inconveniente de que algunas monedas con leyenda latina deben clasificarse en la Serie Griega, mientras que otras con leyenda griega deben clasificarse en la Serie Romana.

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Por lo tanto, conviene que el investigador no se conforme con esta simple característica de la leyenda, sino que investigue periódicamente las demás particularidades de las monedas antes de asignarlas a una u otra clase. Cabe destacar también que la Serie Griega, que abarca muchos otros pueblos de diferentes orígenes, lenguas y costumbres, también incluye monedas que no tienen nada de griego, ni en su tipo ni en su leyenda. Sin embargo, estas son excepciones, ya que la mayoría de las monedas antiguas no romanas son griegas, si no en nacionalidad, al menos en acuñación e idioma, lo que justifica el nombre que recibió toda la clase.

La parte medieval y moderna de la numismática incluye todas las monedas restantes, tras la desintegración del mundo griego y romano, desde la dominación de los bárbaros hasta la actualidad.

SUMINISTROS
Equipate para seguir la aventura

En cuanto al cuidado de una colección de monedas, existen diversos temas a tener en cuenta y que van desde la forma de manipulación, hasta el almacenamiento de las piezas.

La forma correcta de manipular las piezas, consiste en sostenerlas por sus bordes y con los dedos indice y pulgar; esto evita que los dedos toquen el campo de la moneda y así se evita que se contamine la pieza. Si se está en contacto con monedas de altísima calidad, o monedas proof, lo adecuado es manipularlas con guantes.

Es fundamental al momento de comenzar a manipular las monedas, realizarlo sobre un tapete de fieltro, para evitar cualquier golpe con objetos duros que pudieran dañarlas.

En cuanto al archivo de las mismas, lo principal es utilizar materiales destinados a tal fin, como pueden ser los cartones para monedas, o las hojas de exhibición, o bien bandejas especiales; ya que utilizar elementos ajenos a la numismática, puede contaminar las piezas con químicos corrosivos. Es fundamental, también, mantenerlas alejadas de la luz directa y guardarlas el lugares con baja humedad.

Sobre la limpieza de las monedas, hay una premisa fundamental que se debe seguir: las monedas no se limpian, salvo, por supuesto, casos muy específicos y necesarios. Esto evita que se le quite la pátina o que se rayen y pierdan todo su encanto.

El proceso de limpiado de una pieza se realiza, únicamente, con fines arqueológicos y cuando es necesario llevarlo a cabo para conocer de qué moneda se trata, permitiendo así conocer su historia. Realizándose bajo estrictas medidas, y llevada a cabo únicamente por expertos en la materia, para evitar dañar las piezas.

No olvides llevar un registro fotográfico actualizado de tus monedas. Esto te permite poder compartirlas o, incluso, como prueba ante casos de inseguridad.

Lo que se puede realizar, y si se lleva a cabo con cuidado no daña la moneda, es una limpieza superficial para quitar la grasa o polvo que pudiera llegar a tener una pieza. Esto debe realizarse con gran cuidado, colocando la moneda debajo de un chorro de agua limpia y templada, y seguidamente, con los dedos frotar toda la moneda con jabón neutro para, finalmente, colocar nuevamente la pieza debajo del agua para quitar cualquier rastro de jabón y secarla con un paño suave que no desprenda hilos.

En cuanto a las monedas de cobre, una opción simple y que puede ayudar a quitar la contaminación de la pieza es, luego de realizada la limpieza con jabón, colocarlas algunas semanas en un cuenco con aceite de oliva y, una vez finalizado este proceso, realizar nuevamente la limpieza con agua y jabón neutro.

Como regla de oro: nunca se debe frotar la moneda con cepillos de cerdas duras.

MERCADO
Agrandá tu colección

Teniendo en cuenta que existen tantas colecciones y formas de coleccionar como numismáticos hay en el mundo, resulta imposible determinar una forma «correcta» de coleccionar.

Pero, un punto de partida correcto es clave para desarrollar una colección digna de admiración.

En primer lugar, se debe definir qué se desea coleccionar. Y acá es donde las posibilidades se vuelven casi infinitas: se puede coleccionar monedas por periodos de tiempo, por geografía, por épocas, por cecas, por metales, y por un sinfin de otros parámetros. Pero, lo fundamental es saber qué vamos a coleccionar.

Una vez que ya conocemos qué vamos a coleccionar, lo primero que debemos hacer es conseguir un (o varios) catálogos que traten sobre el tema elegido. Una máxima de la numismática dice: primero el libro, luego la moneda.

Un buen catálogo será nuestra guía fundamental a la hora de coleccionar. Esto nos va a permitir conocer los aspectos más importantes de nuestras piezas y nos aportará información adicional a la que a simple vista se puede ver en la moneda.

Por otro lado, un catálogo nos permite no solamente saber «que tenemos» sino saber «que nos falta».

Y, si se presenta alguna pregunta importante o una duda sobre la moneda, siempre se puede consultar a un experto.

Unite y disfrutá de la camaradería

Sobre la valoración de una colección, la condición de una moneda se resume normalmente en la concesión a ésta de un grado determinado. Saber realizar valoraciones razonables se convierte en una habilidad muy importante para los coleccionistas, debido a que el valor de las monedas varía considerablemente según el grado que tenga.

Existen dos tipos de factores que influyen en la valoración de una moneda: los factores extrínsecos y los factores intrínsecos.

Factores extrínsecos: determinan a la moneda según la ley de la oferta y demanda, y los principales son:
* Que la moneda tenga mercado: la demanda viene determinada en última instancia
por los coleccionistas y los inversores, y más directamente por los comerciantes.
* La rareza de la pieza: ésta vendrá dada por la tirada que hubo en su emisión, o por
el número de piezas que han llegado a nuestros días en un estado de conservación
razonable. Existen 5 grados de rareza: corriente (C), escasa (E), rara (R), muy rara
(RR) y extremadamente rara (RRR).

Factores intrínsecos: vienen determinados por la propia moneda:
* El metal del que está fabricada
* La antigüedad de la pieza, siendo este factor influyente en los extrínsecos.
* El grado de conservación de la moneda.

Grados de conservación de una moneda:

Prueba: moneda hecha expresamente para coleccionistas o como recuerdo. Son piezas escogidas entre las de circulación normal o conmemorativas, a las que se les somete a un proceso de pulimentado que dejará el campo de la moneda brillante como un espejo. No están acuñadas para su uso, aunque tengan igual valor facial que las habitualmente utilizadas.

Monedas sin circular: aquí se distinguen dos valores:
* Flor de cuño: son las primeras monedas troqueladas por un cuño nuevo,
antes de perder un poco la perfección o profundidad de los relieves.
* Sin circular: de perfección absoluta, pero con los relieves algo más suaves
que en las de flor de cuño.

Extremadamente bien conservada: piezas que están casi flor de cuño, pero que tienen ciertos indicios de haber circulado o haber sido mal manipulada en la ceca, así mismo si tiene una fuerte pátina aunque conserve el brillo original.

La paciencia es una gran virtud.
Muchas veces, para conseguir una pieza, hay que saber esperar la oportunidad adecuada.

Muy bien conservada: esas piezas que, aunque se nota que han circulado, tienen los relieves muy bien conservados, aunque los detalles más sobresalientes del relieve están con un desgaste incipiente.

Bien conservada: las piezas bastante desgastadas, sobre todo en la figura, aunque todavía conservan la leyenda y la fecha más o menos visibles. También aquellas con marcas fuertes de óxido o con una profunda pátina.

Regular conservada: piezas totalmente desgastadas pero que todavía, con un poco de imaginación, dejan entrever algún detalle para su catalogación. Normalmente, para la colección no valen, salvo que sea una pieza RR. Aquí se incluyen las dobladas y partidas.

Mal conservada: aquellas que por el desgaste o pátina son irreconocibles y sólo se adivina su valor o tipo por el tamaño, peso, metal, etc.

Se suele añadir un “+” o un “–“ a la valoración de la pieza, cuando ésta exceda de un grado sin llegar al siguiente o al inferior inmediatamente.

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